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Selección de los Escritos del Báb:
Compilado por el Departamento de Investigación de la Casa Universal de Justicia

by The Báb

translated by Habib Taherzadeh and Malihe Forghani
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Chapter 5



5. EXTRACTOS DEL KITÁB-I-ASMÁ' (El libro de los Nombres)

¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! No os acuséis unos a otros, antes que el Alba de la antigua eternidad brille sobre el horizonte de su sublimidad. Os hemos creado de un árbol y hemos hecho que seáis como las hojas y los frutos del mismo árbol, para que podáis quizás convertiros en fuente de consuelo unos para otros. No consideráis a los demás más que como os consideráis a vosotros mismos, para que no reine entre vosotros ningún sentimiento de aversión que pueda apartaros de Aquel a quien Dios hará manifiesto en el Día de la Resurrección. Debéis ser un pueblo indivisible; así podréis volveros hacia Aquel a quien Dios hará manifiesto.
Quienes se han privado a sí mismos de esta Resurrección a causa de su odio recíproco o por considerar que ellos tienen la razón y los demás están equivocados, fueron castigados en el Día de la Resurrección debido a esos odios mostrados durante su noche 71. De esta forma se privaron de contemplar el rostro de Dios debido únicamente a sus mutuas acusaciones.
¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! Debéis llevar a cabo acciones que plazcan a Dios, vuestro Señor, ganándoos de este modo la complacencia de Aquel a quien Dios hará manifiesto. No convirtáis vuestra religión en un medio de beneficio material, malgastando vuestras vidas en vanidades y heredando de esta forma, en el Día de la Resurrección, aquello que es del desagrado de Aquel a quien Dios, hará manifiesto, mientras creéis que lo que hacéis es correcto. Si, por el contrario observáis piedad en vuestra Fe, Dios de seguro os nutrirá con los tesoros de su gracia celestial.
Sed sinceros en vuestra obediencia a Aquel a quien Dios hará manifiesto, por amor a Dios, vuestro Señor, para que quizás podáis ser redimidos en el Día de la Resurrección a través de vuestra devoción a su Fe. Tened cuidado, no vayáis a cegaros unos a los otros por disputas que, durante la noche, puedan surgir entre vosotros a consecuencia de los problemas con que os enfrentéis o por considerar asuntos tales como vuestra sublimidad o bajeza, vuestra proximidad o lejanía.
Así os hemos exhortado firmemente -una exhortación adecuada, en verdad- para que podáis aferraros a ella tenazmente y alcanzar la salvación el Día de la Resurrección. Se acerca el día en que estaréis tranquilos en vuestras casas y he aquí que Aquel a quien Dios hará manifiesto habrá aparecido; y Dios desea que os volváis hacia El, igual que os trajo a la existencia a través del Punto Original. Sin embargo todos buscaréis orientación, siguiendo al mismo tiempo los impulsos de vuestros propios deseos. Algunos de vosotros estáis llenos de orgullo a causa de vuestra religión, otros a causa de vuestra sabiduría. Todos y cada uno os aferrareis a alguna parte del Bayán como medio de vuestra autoglorificación. (XVI, 19)72

Dios es independiente de sus siervos y jamás existe relación directa entre El y cualquier cosa creada, aunque todos habéis surgido por su mandamiento. En verdad, El es vuestro Señor y vuestro Dios, vuestro Maestro y vuestro Rey. El ordena vuestros movimientos según su Voluntad, durante el día y en la noche.
Di, Aquel a quien Dios hará manifiesto es, en verdad, el Velo original de Dios. Por encima de este Velo no podéis encontrar nada salvo a Dios, y debajo de él podéis distinguir todas las cosas que emanan de Dios. El es el Invisible, el Inaccesible, el Más Exaltado, el Más Amado.
Si buscáis a Dios, os incumbe buscar a Aquel a quien Dios hará manifiesto; y si albergáis el deseo de habitar en el Arca de los Nombres, seréis distinguidos como los guías de Aquel a quien Dios hará manifiesto; si solo creyerais en El. Haced de vuestros corazones la fuente de sus exaltados Nombres, tal como está escrito en el Libro y podréis recibir iluminación, cual espejos orientados hacia el sol (XVI, 17).

Si una persona proclamara una causa y aportara sus pruebas, los que traten de repudiarle deben aportar pruebas como las suyas. Si lo logran, demostrarán que sus palabras son vanas y triunfarán; de lo contrario, ni cesarán sus palabras ni serán nulas las pruebas que ha establecido. Os advierto, oh vosotros que estáis investidos con el Bayán: cuando queráis demostrar vuestra supremacía, no os enfrentéis a ningún alma a menos que ofrezcáis pruebas similares a las que él haya presentado. Pues la Verdad será firmemente establecida, mientras que todo lo demás perecerá de seguro.
Cuan vasto fue el número de personas que se entregaron a la disputa con Mahoma, el Apóstol de Dios, y que fueron finalmente reducidos a la nada por ser incapaces de aportar pruebas similares a la que Dios Le había enviado a El. Si hubieran sido humildes y modestos y hubieran comprendido la naturaleza de las pruebas con las que El estaba investido, jamás Le habrían desafiado. Pero se creían campeones de su propia religión. Por lo tanto, Dios se apoderó de ellos según se merecen y vindicó la Verdad mediante el poder de la Verdad. Esto es lo que veis hoy claramente en la Revelación mahometana.
¿Quién entre vosotros puede desafiar los exaltados Tronos de Realidad en cada Dispensación, cuando la existencia entera depende de Ellos? En verdad, Dios ha eliminado a quienes se han opuesto a Ellos desde el principio que no tiene principio hasta el día de hoy y ha demostrado la Verdad concluyentemente mediante el poder de la Verdad. Verdaderamente, El es el Potentísimo, el Omnipotente, el Todopoderoso. (XVII, 11)

¡Oh vosotros, poseedores del Bayán! Estad atentos al Día de la Resurrección, pues en ese Día creeréis firmemente en el Váhid del Bayán, mientras que éste no puede seros de ningún provecho, al igual que no os fue de provecho vuestra anterior religión, a menos que abracéis la Causa de Aquel a quien Dios hará manifiesto y creáis en lo que El ordene. Por lo tanto, tened cuidado no vayáis a negar a Aquel que es la Fuente de todos los Mensajeros y Escrituras, aferrándoos a algunas partes de las enseñanzas emanadas de estas fuentes. (XVII, 15)

Considera como, en el momento de la aparición de cada Revelación, aquellos que abren sus corazones al Autor de esa Revelación reconocen la Verdad, mientras que los corazones de aquellos que no logran comprender la Verdad se encuentran afligidos por su alejamiento de El. No obstante Dios otorga libertad de corazón a ambas partes. El no desea afligir el corazón de nadie -ni siquiera el de una hormiga- cuando menos el corazón de una criatura superior, salvo cuando ella misma deja que los velos le cubran, pues Dios es el Creador de todas las cosas.
Si liberas el corazón de una sola alma, ayudándola a abrazar la Causa de Aquel a quien Dios hará manifiesto, tu ser interior se colmará de las inspiraciones de ese augusto Nombre. Te corresponde por lo tanto realizar esta labor en los Días de la Resurrección, pues la mayoría de la gente se ven impotentes, y si abrieras sus corazones y disiparas sus dudas, alcanzarían la entrada en la Fe de Dios. Manifiesta, pues, al máximo de tu capacidad ese atributo en los días de Aquel a quien Dios hará manifiesto. Pues, en verdad, si liberas el corazón de una persona por amor a El, ello te beneficiará más que cualquier acción buena; puesto que los hechos son secundarios a la fe en El y a la certeza en su Realidad. (XVII, 15).

Esforzaos por considerar con atención las palabras de cada alma, y acudid entonces a las pruebas que atestiguan la verdad. Si no halláis verdad en las palabras de una persona, no las convirtáis en el objeto de discusión, pues se os ha prohibido en el Bayán entregaros a la disputa y a la controversia vana para que, quizás, en el Día de la Resurrección no entréis en disputa o discutáis con Aquel a quien Dios hará manifiesto. (XVII, 16)

En el Día de la Resurrección, cuando Aquel a quien Dios hará manifiesto venga a vosotros, investido con pruebas conclusivas, juzgaréis su Causa falsa, aun que en el Bayán Dios os ha prevenido de que no existe semejanza entre la Causa de Aquel a quien Dios hará manifiesto y las Causas de otros. ¿Cómo puede nadie excepto Dios revelar un verso que deje anonadada a toda la humanidad? Di: ¡grande es Dios! ¿Quién salvo Aquel a quien Dios hará manifiesto puede espontáneamente recitar versos que proceden de su Señor, un hecho que ningún mortal puede esperar realizar jamás?
La verdad no puede de modo alguno confundirse con otra cosa que no sea ella misma; si solo meditarais sobre su prueba. Tampoco error alguno puede confundirse con la Verdad, si tan sólo reflexionarais sobre el testimonio de Dios, el Verdadero.
Cuán grande el número de personas que han proclamado falsamente causas dentro del Islam, y vosotros seguisteis sus pasos, sin haber sido testigos de una sola prueba. ¿Qué evidencia podéis, pues, aportar ante Vuestro Señor, si meditáis por un momento?
Estad bien atentos durante vuestra noche 73, no vayáis a causar tristeza a ninguna alma, tanto si podéis hallar pruebas en ella o no, para que quizás, en el Día de la Resurrección, no agraviéis a Aquel en cuya mano se encuentra toda prueba. Y cuando no distingáis el testimonio de Dios en una persona, ella no logrará manifestar el poder de la Verdad; y Dios se basta a Sí mismo para darle su merecido. En verdad, por ninguna causa debierais entristecer a persona alguna; de seguro Dios le pondrá a prueba y le hará rendir cuentas. Os corresponde aferraros al testimonio de vuestra propia fe y observar las ordenanzas establecidas en el Bayán.
Sois como el hombre que arregla un huerto y planta toda clase de árboles frutales en él. A la hora señalada para la venida del Señor, habréis tomado posesión del huerto en su nombre y cuando él venga en persona le negaréis la entrada.
Nosotros plantamos el Árbol del Corán y proveímos su Huerto con todo tipo de frutos, de los que todos habéis estado disfrutando. Luego, cuando vinimos a recoger lo que habíamos plantado, pretendisteis no conocer a quien es su Dueño.
No seáis causa de nuestro agravio, ni Nos privéis de este Huerto que Nos pertenece, aunque somos independientes de lo que poseéis. Además, a ninguno de vosotros cederemos legalmente esta propiedad, ni siquiera en la medida de un grano de mostaza. En verdad, el Juez somos Nosotros. Nosotros hemos plantado el Jardín del Bayán en nombre de Aquel a quien Dios hará manifiesto y os hemos concedido permiso para morar en El hasta el momento de su manifestación. Después, desde el momento en que se inaugure la Causa de Aquel a quien Dios hará manifiesto, os prohibimos todas las cosas que consideráis de vuestra propiedad, a menos que, mediante la gracia de vuestro Señor, podáis volver a obtener posesión de ellas. (XVIII, 3)

¡Oh vosotros, destinatarios del Bayán! Tened cuidado, no sea que en los Días de Aquel a quien Dios hará manifiesto, mientras vosotros creáis estar bus cando la complacencia de Dios, persistáis en realidad en lo que sólo Le desagrada, igual que hicieron aquellos que vivieron en los Días del Punto Original, a quienes jamás se le ocurrió que estaban persiguiendo cosas contrarias a lo que Dios había propuesto. Se ocultaron a Dios como detrás de un velo y se negaron a observar lo que El había querido que hicieran como verdaderos creyentes. No meditaron sobre aquellas personas que vivieron en los Días de Mahoma, quienes creían igualmente que estaban buscando la complacencia de Dios, mientras que en realidad se habían apartado completamente de ella, al no haber logrado la complacencia de Mahoma. Y, sin embargo, no lo comprendieron.
¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! No os consideréis iguales a las personas a las que fueron ofrecidos el Corán, el Evangelio u otras Escrituras, porque en el momento de su manifestación os alejaréis de Dios más de lo que ellas lo hicieron. Si ocurriera que os excluyerais jamás pensaríais que os estabais excluyendo de El. Os conviene considerar como aquellos a los que fue ofrecido el Corán se privaron de la Verdad, pues en verdad vosotros actuaréis de forma semejante, pensando que hacéis bien. Si percibís el grado de vuestra privación de Dios, descaráis haber desaparecido de la faz de la tierra y haber caído en el olvido. Llegará el día en que desearéis fervientemente conocer lo que produce la satisfacción de Dios, pero desgraciadamente no encontraréis camino que os lleve hasta El. Igual que camellos que vagan errantes, no hallaréis pasto en el que podáis agruparos y uniros en una Causa en la que podáis creer con seguridad. En esa hora Dios hará brillar al Sol de la Verdad y emerger los océanos de su bondad y gracia, mientras que vosotros habréis elegido gotas de agua como objeto de vuestro deseo y os habréis privado de las abundantes aguas de sus océanos.
Si abrigáis dudas a este respecto, considerad la gente a la que se ofreció el Evangelio. No teniendo acceso a los apóstoles de Jesús, buscaron la complacencia del Señor en sus iglesias, esperando aprender lo que les haría aceptables ante Dios; pero no hallaron allí camino hacia El. Después, cuando Dios manifestó a Mahoma como su Mensajero y Repositorio de su complacencia, su negligencia les impidió vivificar sus almas en la Fuente de aguas vivientes que brotaban de la presencia de su Señor y, distraídos, continuaron vagando sobre la tierra, buscando una simple gota de agua y creyendo que estaban actuando correctamente. Se portaron igual que se portan ahora las personas a quienes se envió el Corán.
¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! Vosotros podéis actuar igual. Tened cuidado, pues, para no privaros de alcanzar la presencia de Aquel que es la Manifestación de Dios, a pesar de haber estado día y noche rezando por contemplar su rostro; y tened cuidado no sea que por deambular perplejos e inútilmente por la tierra en busca de una gota de agua, os quedéis sin alcanzar el océano de su complacencia.
Di: el testimonio de Dios ha sido cumplido en el Bayán y, mediante su revelación, la gracia de Dios ha alcanzado su más alta consumación para toda la humanidad. No permitáis que ninguno de vosotros diga que Dios ha detenido la efusión de su bondad hacia vosotros, pues ciertamente la misericordia de Dios hacia quienes se ha ofrecido el Bayán ha sido cumplida y completada hasta el Día de la Resurrección. ¡Si sólo creyerais en los signos de Dios! (XVI, 13)

En verdad, Dios ha causado la existencia de las gentes del Bayán mediante el poder de Aquel a quien fue revelado el Bayán, como preparación para el Día en que regresen a su Señor.
Ciertamente aquellos que obedezcan a Aquel a quien Dios hará manifiesto son los que han comprendido el significado de lo que se ha revelado en el Bayán; ellos son los sinceros, mientras que quienes se alejen de El en el momento de su aparición no habrán logrado comprender en absoluto una sola letra del Bayán, aunque profesen creencia y tengan fe en todo lo revelado en El u observen sus preceptos.
Di: cualquier referencia favorable y digna de alabanza que se encuentre en el Bayán no es sino una alusión a quienes reconozcan a Aquel a quien Dios hará manifiesto y quienes creen firmemente en Dios y en sus sagrados Escritos; en tanto que cualquier mención desfavorable en el mismo debe entenderse referida a quienes repudien a Aquel a quien Dios hará manifiesto, aunque obren correctamente dentro de los límites establecidos en el Bayán. Si abrazáis la verdad en el Día de la Resurrección, Dios de seguro os dispensará por vuestra noche y os concederá el perdón.
En cuanto a aquellos que han observado fielmente los mandamientos del Bayán desde el principio de su revelación hasta el Día en que Aquel a quien Dios hará manifiesto aparezca, ellos son en realidad los compañeros del paraíso de su complacencia, quienes serán glorificados en la presencia de Dios y morarán en los pabellones de su Jardín Celestial. Aún así, en menos de una pequeña fracción de un instante a partir del momento en que Dios se haya revelado a Aquel que es la Manifestación de su Propio Ser, toda la compañía de los seguidores del Bayán serán puestos a prueba. (XVII, 1)

Puesto que has obedecido fielmente la verdadera religión de Dios en el pasado, te incumbe seguir su religión verdadera en el futuro, puesto que cada religión procede de Dios, el que ayuda en el peligro, el que subsiste por Sí mismo.
Aquel que reveló el Corán a Mahoma, el Apóstol de Dios, ordenando en la Fe del Islam aquello que era de su agrado, ha revelado igualmente el Bayán, tal como se os había prometido, a Aquel que es vuestro Qá'im 75, vuestro Guía, vuestro Mihdí 76, vuestro Señor, Aquel a quien aclamáis como la manifestación de los más excelentes títulos de Dios. En verdad, el equivalente de lo que Dios reveló a Mahoma a lo largo de 23 años se Me ha revelado a Mí en el espacio de dos días y dos noches. No obstante, tal como Dios ordena, no debe establecerse ninguna distinción entre los dos. El, en verdad, tiene poder sobre todas las cosas.
¡Juro por la vida de Aquel a quien Dios hará manifiesto! Mi Revelación es mucho más sorprendente que la de Mahoma, el Apóstol de Dios, si te detienes a reflexionar sobre los Días de Dios. Observa: cuán extraño que una persona que ha crecido entre las gentes de Persia haya sido autorizado por Dios para hacer declaraciones tan irrefutables que silencien a todo hombre de sabiduría y pueda de forma tan espontánea revelar versos con mucha mayor rapidez que la que precisa cualquier persona para poder tomarlos por escrito. En verdad, no hay Dios salvo El, quien ayuda en el peligro, el que subsiste por Sí mismo. (XVI, 18)

En cuanto a aquellos que se han privado a si mismos de la Revelación de Dios, verdaderamente no han logrado entender el significado de una sola letra del Corán, ni obtener la más mínima noción de la Fe del Islam, pues de otro modo no se habrían apartado de Dios -quien les ha traído a la existencia, quien les ha nutrido, quien ha hecho que perezcan y les ha otorgado vida- aferrándose a partes de su religión y pensando que están obrando justamente por amor a Dios.
Cuan grande la cantidad de versos que han sido revelados, referentes a las penosas pruebas a que seréis sometidos en el Día del Juicio, y sin embargo parece que nunca los habéis leído con atención; y cuan vasto el número de tradiciones reveladas, en relación con las pruebas que os sobrevendrán en el Día de nuestro Regreso, y parece como si jamás las hubierais visto.
Empleáis todos vuestros días inventando formas y reglas para los principios de vuestra Fe, cuando lo que se os beneficia en todo esto es comprender la complacencia de vuestro Señor y, unidos, familiarizaros con su supremo Propósito.
Dios os ha dado a conocer su propio Ser, pero vosotros no habéis logrado reconocerle. Y lo que en el Día del Juicio os alejará de Dios es el engañoso carácter de vuestras acciones. A lo largo de vuestras vidas seguís vuestra religión con el fin de atraer la complacencia de Dios y sin embargo en el Ultimo Día os negáis a El y os apartáis de Aquel que es vuestro Prometido. (XVII, 2)

¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! Seréis probados igual que aquellos a los que fue ofrecido el Corán. Tened piedad de vosotros mismos, pues seréis testigos del Día en que Dios habrá revelado a Aquel que es la Manifestación de su propio Ser, investido con pruebas claras e irrefutables, mientras que vosotros os aferraréis tenazmente a las palabras que los Testigos del Bayán han pronunciado. En ese Día seguiréis vagando errantes, como camellos, buscando una gota del agua de la vida. Dios hará que broten océanos de aguas vivientes de la presencia de Aquel a quien Dios hará manifiesto, mientras que vosotros rehusaréis apagar vuestra sed con ellos, a pesar de consideraros testigos de vuestra Fe, temerosos de Dios. No, peor todavía. Erraréis mucho más que lo hicieron las gentes del Evangelio o del Corán o de cualquier otra Escritura. Tened cuidado, pues la Causa de Dios os sobrevendrá en un momento en que, con lágrimas en los ojos, estaréis suplicando e implorando a Dios la llegada del Día de su Manifestación; y sin embargo, cuando El venga os quedaréis rezagados y no llegaréis a ser de aquellos que tienen fe certera en su Fe.
Estad alertas, no vayáis a entristecer a Aquel que es la Suprema Manifestación de vuestro Señor. Verdaderamente El puede prescindir de vuestra obediencia hacia El. Tened cuidado y no causéis el desánimo de persona alguna, pues con toda seguridad seréis puestos a prueba. (XVII, 2)

Di: Aquel a quien Dios hará manifiesto redimirá de seguro los derechos de aquellos que verdaderamente creen en Dios y en sus signos, pues ellos son quienes merecen recompensa de su persona. Lejos está de la gloria de Aquel a quien Dios hará manifiesto que alguien haga de este modo mención de su nombre, si ponderáis la Causa de Dios en vuestros corazones. Di: El vindicará la Causa mediante la potencia de su mandamiento y eliminará cualquier tergiversación de la verdad según su voluntad. En verdad, Dios es potente sobre todas las cosas.
Si queréis distinguir la verdad del error, pensad en aquellos que creen en Aquel a quien Dios hará manifiesto y en aquellos que no creen en El, en el día de su aparición. Los primeros representan la esencia de la verdad, tal como lo certifica el Libro de Dios; mientras que los segundos son la esencia del error, tal como se atestigua en el mismo Libro. Temed a Dios, no sea que os identifiquéis con otra cosa que no sea la Verdad, puesto que se os ha ensalzado en el Bayán por ser reconocidos como los portadores del nombre de Aquel que es la Verdad eterna.
Di: Si Aquel a quien Dios hará manifiesto denunciara como falso a un seguidor sincero y fiel del Bayán, os corresponde someteros a su decreto, pues así lo ha establecido Dios en el Bayán. En verdad, Dios tiene el poder de convertir la luz en fuego cuando le plazca; ciertamente, El es poderoso por encima de todas las cosas. Y si El declarara que una persona a la que vosotros consideráis ajena a la verdad, está en lo cierto, no cometáis el error de poner en duda su decisión en vuestra fantasía, pues Aquel que es la Verdad Soberana crea las cosas mediante el poder de su voluntad. En verdad, Dios transforma el fuego en luz según su deseo. Poderoso es El sobre todas las cosas. Observa cómo brilló la verdad en el Primer Día y cómo el error se manifestó como tal; de la misma forma distinguiréis lo uno de lo otro en el Día de la Resurrección. (XVII, 4)

Reflexiona sobre el pueblo al que fue ofrecido el Evangelio. Sus líderes religiosos eran considerados verdaderos guías del Evangelio y sin embargo, cuando negaron a Mahoma, el Apóstol de Dios, se convirtieron en los guías del error, a pesar de que a lo largo de toda su vida habían observado fielmente los preceptos de su religión con el fin de alcanzar el Paraíso; y cuando Dios les dio a conocer el Paraíso, no quisieron entrar en él. De igual forma han actuado aquellos a quienes se ha ofrecido el Corán. Realizaron sus actos de devoción por amor a Dios, con la esperanza de que El les permitiera unirse a los justos en el Paraíso. Sin embargo, cuando ante ellos se abrieron las puertas del Paraíso de par en par, se negaron a entrar. Accedieron a entrar en el fuego, a pesar de haber estado buscando refugio de él en Dios.

Di: en verdad, el criterio por el que la verdad se distingue del error no aparecerá hasta el Día de la Resurrección. Esto lo sabréis si sois de los que aman la Verdad. Y anteriormente al advenimiento del Día de la Resurrección distinguiréis la verdad de todo lo demás, de acuerdo con lo revelado en el Bayán.
Cuán grande el número de personas que en el Día de la Resurrección creerán estar en la verdad, mientras que serán considerados falsos por la dispensación de la Providencia, puesto que se habrán separado mediante un velo de Aquel quien, de acuerdo con lo que ha sido divinamente ordenado en el Libro, es el objeto de su creación. (XVII, 4)

Di: seréis incapaces de reconocer al único Dios verdadero, o de discernir claramente las palabras de guía, puesto que buscáis y seguís un camino que no es el suyo. Cuandoquiera que tengáis noticia de que una nueva Causa ha aparecido, debéis buscar la presencia de su autor e indagar en sus escritos para que quizás así no os privéis de llegar hasta Aquel a quien Dios hará manifiesto a la hora de su manifestación. Si caminarais por el sendero de la verdad, trazado por aquellos que están dotados del conocimiento de la realidad más profunda, Dios vuestro Señor os redimirá de seguro en el Día de la Resurrección. En verdad, El es poderoso sobre todas las cosas.
En el Bayán Dios ha prohibido a toda persona emitir juicio contra cualquier alma, no sea que juzgue a Dios, su Señor, considerándose a sí mismo uno de los justos, pues nadie conoce cómo comenzará o terminará la Causa de Dios.
¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! Si llegarais a saber de alguien que proclama una Causa y revela versos que aparentemente no parecen haber sido revelados más que por Dios, el que ayuda en el peligro, el que subsiste por Sí mismo, no le sentenciéis, no sea que inadvertidamente estuvierais sentenciando a Aquel a quien Dios hará manifiesto. Di: Aquel a quien Dios hará manifiesto es uno de vosotros; El se dará a conocer en el Día de la Resurrección. Conoceréis a Dios cuando la Manifestación de su propio Ser os sea dada a conocer, para que quizás así no os desviéis de su Camino.
Verdaderamente, Dios hará levantarse a Aquel a quien El hará manifiesto y, después de El, a quien quiera El desee, tal como ha hecho levantarse a Profetas anteriores al Punto del Bayán. En verdad, El domina todas las cosas. (XVII, 4)

En el Primer Día, Nosotros ciertamente abrimos de par en par las puertas del Paraíso a todas las gentes del mundo y exclamamos: "¡Oh todos los seres de la creación! Esforzaos por lograr la entrada en el Paraíso, puesto que durante toda vuestra vida os habéis aferrado a las buenas acciones para poder entrar en él". Sin duda todos los hombres anhelan entrar en él, pero desgraciadamente no pueden hacerlo por lo que sus manos han forjado. No obstante, si antes de que El se manifieste obtuvieras verdadero entendimiento de Dios en el fondo de tu corazón, podrías reconocerle, visible y resplandeciente, cuando se desvelara ante los ojos de todos los hombres. (XVII, 11).

Di: a causa de vuestro recuerdo de Aquel a quien Dios hará manifiesto y por ensalzar su nombre, Dios hará que vuestros corazones se dilaten de alegría. ¿No deseáis acaso que vuestros corazones se encuentren en tal estado de dicha? En verdad, los corazones de quienes realmente creen en Aquel a quien Dios hará manifiesto son más grandes que la inmensidad del cielo y de la tierra y todo lo que existe entre ambos. Dios no ha dejado obstáculo en sus corazones, ni tan sólo en la medida de un grano de mostaza. El alegrará sus corazones, sus espíritus, sus almas y sus cuerpos, y sus días de prosperidad o adversidad, mediante la exaltación del nombre de Aquel que es el supremo Testimonio de Dios y la promoción de la Palabra de Aquel que es el Alba de la Gloria de su Creador.


En verdad, éstas son las almas que se deleitan con el recuerdo de Dios, quien ensancha sus corazones mediante la efulgencia de la luz del conocimiento y la sabiduría. Ellos no buscan nada salvo a Dios y a menudo se encuentran ocupados en alabarle. No de sean nada salvo lo que El desea y están preparados para cumplir su mandato. Sus corazones son espejos que reflejan lo que Aquel a quien Dios hará manifiesto desea. Así Dios alegrará los corazones de aquellos que verdaderamente creen en El y en sus signos y quienes tienen fe cierta en la vida venidera. Di: la vida futura no es otra que los días asociados con la venida de Aquel a quien Dios hará manifiesto.
No reduzcáis las ordenanzas de Dios a las fantasías de vuestra imaginación; más bien observad todo lo que Dios ha creado por su voluntad, con el ojo del espíritu, de la misma forma que observáis las cosas con los ojos de vuestro cuerpo. (XVII, 15)

La Revelación divina asociada al advenimiento de Aquel que es vuestro prometido Mihdí ha resultado ser mucho más maravillosa que la Revelación con la que Mahoma, el Apóstol de Dios, fue investido. Si tan sólo meditarais. Verdaderamente Dios hizo levantarse a Mahoma, el Apóstol de Dios, de entre las gentes de Arabia, después de haber alcanzado los cuarenta años de edad -un hecho que todos vosotros afirmáis y sostenéis- mientras que vuestro Redentor fue elegido por Dios a la edad de 24 años, entre personas de las cuales nadie puede hablar o entender una sola palabra de Árabe. De esta forma Dios pone en evidencia la gloria de Su Causa y de muestra la Verdad mediante la potencia de su Palabra revelada. El es, en verdad, el Poderoso, el Omnipotente, el que ayuda en el peligro, el Más Amado. (XVII, 4)

Di: en verdad Dios ha hecho que todas las cosas creadas se cobijen bajo la sombra del árbol de la afirmación, excepto aquellas que están dotadas de la facultad del entendimiento. Estos pueden elegir creer en Dios, su Señor, y poner en El toda su confianza o bien negarse a El y rehusar creer con certeza en sus signos. Los dos grupos navegan en sendos mares: el mar de la afirmación y el mar de la negación.
Aquellos que verdaderamente creen en Dios y en sus signos y quienes en cada Dispensación obedecen fielmente aquello que ha sido revelado en el Libro son en realidad los que Dios ha creado de los frutos del Paraíso de su complacencia y los bienaventurados. Pero aquellos que se apartan de Dios y de sus signos en cada Dispensación, esos son los que navegan en el mar de la negación.
Mediante el poder de su voluntad, Dios se ha impuesto a Sí mismo la tarea de asegurar el triunfo del mar de la afirmación y la aniquilación del mar de la negación, mediante el poder de su soberanía. El es, en verdad, poderoso sobre todas las cosas.
Ciertamente, os incumbe reconocer a vuestro Señor en el día de su manifestación, para que podáis evitar entrar en la negación y para que, en el Día en que Dios haga levantarse a un Profeta, os encontréis firmemente establecidos en el mar de la afirmación. Pues si os llega un Profeta de Dios y no conseguís caminar por su Sendero, Dios transformará vuestra luz en fuego. Tened cuidado, pues, para que quizás, mediante la gracia de Dios y sus signos, podáis redimir vuestras almas. (XVIII, 13)

Di: Dios hará que vuestros corazones se entreguen a la perversidad si no conseguís reconocer a Aquel a quien Dios hará manifiesto; pero si Le reconocéis, Dios librará vuestros corazones de toda perversidad...
El Día en que, mediante la Voluntad de Dios, fuisteis iniciados en el Bayán, ¿acaso sabía alguno de vosotros quienes eran las Letras del Viviente o los Testigos o los Testimonios, o cuáles eran los nombres de los creyentes? Del mismo modo Dios desea que reconozcáis a Aquel a quien El hará manifiesto en el Día de la Resurrección. Estad alertas no sea que os ocultéis como detrás de un velo de quien os ha creado, por fijar vuestra atención en aquellos que fueron llamados a la existencia por el mandato del Punto del Bayán para la exaltación de su Palabra. ¿Poseíais acaso algún signo de identidad -cuanto menos de mandato o autoridad- antes de que el Punto del Bayán os hubiera llamado a la existencia? Olvidad, pues, vuestros comienzos, para que así podáis ser salvados el día de vuestro regreso. Verdaderamente, si no hubiera sido para la exaltación del nombre del Punto Original, Dios no os habría destinado a las Letras del Viviente, ni a aquellos que son los Testimonios de su Verdad, ni a los Testigos de su Justicia; si pudierais entender tan sólo un poco... todo esto es para glorificar la Causa de Aquel a quien Dios hará manifiesto en el tiempo de su manifestación. Si tan sólo meditarais un momento.
Os corresponde, por lo tanto, regresar a Dios, de la misma forma que fuisteis traídos a la existencia, y no pronunciar palabras tales como "por qué" o "no", si deseáis que vuestra creación dé su fruto a la hora de vuestro regreso. Pues ninguno de los que habéis nacido en el Bayán obtendrá el fruto de su comienzo a menos que se vuelva a Aquel a quien Dios hará manifiesto. El es quien causó que vuestro comienzo procediera de Dios y que vuestro regreso fuera hacia El, si tan sólo lo supierais. (XVI, 15)

Cuán grande la cantidad de personas que se atavían con traje de seda durante toda su vida, mientras están envueltos en el manto del fuego por haberse despojado de la vestidura de guía divina y de rectitud. Y cuán numerosos son aquellos que visten ropas de algodón o ruda lana durante su vida y, sin embargo, estando dotados con la vestidura de guía divina y de rectitud, se encuentran en verdad ataviados por la indumentaria del Paraíso y se deleitan en la complacencia de Dios. Ciertamente, a los ojos de Dios sería mejor si combinarais las dos cosas, adornaos con la vestidura de la guía divina y de la justicia vistiéndoos con exquisitas sedas si os lo podéis permitir. Si no, por lo menos no actuéis injustamente; más bien, mostrad virtud y compasión...
Nosotros no habríamos prescrito ninguna ley o establecido prohibición alguna si no fuera únicamente por su presencia entre esta gente. Es solamente para la glorificación de su Nombre y la exaltación de su Causa que hemos enunciado algunas leyes, según nuestro deseo, o prohibido las acciones que Nos desagradan, para que a la hora de su manifestación podáis alcanzar a través de El la complacencia de Dios y absteneros de las cosas que El aborrece.
Di: en verdad la complacencia de Aquel a quien Dios hará manifiesto es la complacencia de Dios, mientras que el descontento de Aquel a quien Dios hará manifiesto no es sino el descontento de Dios. Evitad su descontento, y buscad refugio en su complacencia. Di: los guías vivientes de su complacencia son aquellos que verdaderamente creen en El y están seguros en su fe, mientras que los testimonios vivientes de su descontento son aquellos que, al oír lo versos de Dios enviados desde su presencia o leer las palabras divinas reveladas por El, no abrazan instantáneamente la Fe ni alcanzan la certeza. (XVI, 14)

71. Noche se refiere al periodo comprendido entre dos Revelaciones divinas cuando el Sol de la Verdad no está manifiesta entre los hombre. En el Bayán Persa, II, 7, el Báb dice, "Oh pueblo del Bayán! No actuéis como ha actuado el pueblo del Corán, pues si lo hacéis, los frutos de vuestra noche se reducirán a nada".
72. El Kitáb-i-Asmá se divide en váhids y capítulos, a los que se refieren estos números.
73. 73 y 74 Véase la nota # 71.
75 Aquel que Se Levanta (Dios Pasa, p.55)
76. Uno Que Es Guiado (Dios Pasa, p.55)

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