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Abstract:
Declaración presentada a la Segunda Conferencia Mundial para Combatir el Racismo y la Discriminación Racial. Ginebra, Suiza, 112 de agosto de 1983
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La Comunidad Internacional Bahá’í se complace en participar en esta Segunda Conferencia Mundial para Combatir el Racismo y la Discriminación Racial. Estamos convencidos de que la eliminación de la discriminación y el prejuicio raciales es uno de los imperativos más urgentes de nuestro tiempo y de que la comunidad internacional debe adoptar ahora medidas concretes para tratar en forma urgente, directa y plena al problema mundial de la discriminación racial. Movidos por esas convicciones nos proponemos bosquejar en esta declaración el punto de vista bahá’í acerca de la discriminación y la igualdad raciales, resumir las múltiples medidas que ya han adoptado los bahá’ís de todo el mundo para eliminar la discriminación racial y, finalmente, proponer un programa práctico para la eliminación de la discriminación racial que los gobiernos puedan aprobar y aplicar ahora. El principio de la unidad racial Los principios de igualdad racial y unidad racial son centrales en las enseñanzas bahá’ís. Los bahá’ís procuran establecer una civilización mundial orientada por los principios fundamentales de la unidad de la humanidad y del logro de la unidad en la diversidad. Por una parte, estos principios implican un reconocimiento del valor y la dignidad do todo ser humano y de su contribución a la sociedad, independientemente de su raza, color o antecedentes étnicos o culturales. Los bahá’ís consideran a todos los seres humanos iguales ante los ojos de Dios. Como consecuencia de esta creencia, los bahá’ís reconocen la igualdad de todas las razas y procuran eliminar todas las formas de prejuicio y discriminación raciales. Los bahá’ís creen en que: «discriminar en contra de cualquier raza en razón de ser socialmente atrasada, políticamente inmadura y numéricamente una minoría, constituye una violación flagrante del espíritu que anima la Fe de Bahá’u’lláh…si se ha de tolerar discriminación alguna debe ser una discriminación no contra, sino más bien a favor de la minoría, sea ésta racial o de otro orden». (De los Escritos Bahá’ís) Los principios de la unidad de la humanidad y de la unidad en la diversidad requieren, por otra parte, que se haga hincapié en el desarrollo de la unidad entre los seres humanos de todas las razas, colores y orígenes étnicos. Los Escritos Bahá’ís aconsejan: «Cierra tus ojos a las diferencias raciales y acoge a todos con la luz de la unidad». Como los bahá’ís asignan tan gran importancia al estímulo de la unidad, todos los bahá’ís, si bien se enorgullecen de su herencia racial, étnica o cultural única, procuran por sobre todas las cosas reconocer y alentar los lazos humanos y espirituales comunes que unen a la familia humana, una familia rica en la diversidad de las razas y culturas que la componen. Esfuerzos realizados por los bahá’ís para promover la unidad racial En todo el mundo los bahá’ís y las comunidades bahá’ís procuran poner estos principios en práctica. En las clases impartidas por las comunidades bahá’ís’ en más de 100 países se instruyen a los niños en los principios de la unidad y la igualdad raciales y se despierta su conciencia acerca de los problemas del prejuicio y la discriminación raciales. Las comunidades bahá’ís de todo el mundo han colaborado con los programas de las Naciones Unidas en la esfera de la erradicación de la discriminación racial. Han participado en conferencias y seminarios de derechos humanos y han patrocinado activamente las conmemoraciones del Día de Los Derechos Humanos y del Día de la Unidad de la Raza en sus localidades. Los principios cotidianos que orientan la vida de los bahá’ís y de las comunidades bahá’ís constituyen un nuevo testimonio del profundo compromiso que sienten los bahá’ís con el principio de la unidad racial. En las comunidades bahá’ís en los planos local y nacional los individuos de todas las razas se asocian periódica y libremente, en total amistad y concordia. En Las elecciones bahá’ís no se hace campaña y se exhorta a todos los bahá’ís a votar en secreto por los individuos mejor calificados, independientemente de su raza; como consecuencia, los órganos rectores de las comunidades bahá’ís manifiestan una composición racial diversa. Además, el principio bahá’í de consulta asegura que se oiga la voz de cada individuo y que se tome seriamente en consideración. Finalmente, la variada composición racial y cultural de la Comunidad Internacional Bahá’í — que incluye a representantes de muchas poblaciones autóctonas — demuestra la realización práctica del principio de la igualdad y la unidad raciales dentro de la comunidad bahá’í a escala mundial. Hoy en día hay más de 2.000 tribus y grupos étnicos representados en más de 100.000 comunidades locales bahá’ís en los 165 países independientes en que residen bahá’ís. En suma, los bahá’ís han dado grandes pasos hacia la meta, enunciada en el Programa de 1973 para el Decenio de la Lucha Contra el Racismo y la Discriminación Racial, de promover «los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinción alguna de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, especialmente por medio de la erradicación del racismo, la discriminación racial y los prejuicios raciales…». Además, han hecho una contribución a esa «enérgica campaña mundial de información destinada a hacer desaparecer los prejuicios raciales» que se solicitó al comienzo del decenio. La importancia de la educación espiritual Todas las numerosas actividades bahá’ís’ en favor de la igualdad y la unidad raciales son manifestaciones de un objetivo fundamental: la promoción de la unidad racial por medio de la eliminación del prejuicio racial. Los bahá’ís reconocen que la discriminación racial se puede eliminar sólo eliminando el prejuicio racial y, además, aboliendo el prejuicio en su fuente, el corazón humano. Los bahá’ís consideran que el prejuicio es un problema espiritual y que, por consiguiente, requiere una solución espiritual. El prejuicio sólo puede erradicarse mediante un despertar espiritual, un despertar nutrido, por una parte, por la investigación independiente de la verdad y, por la otra, por la orientación y la dirección apropiadas. En consecuencia, lo que se requiere para eliminar el prejuicio racial es una educación espiritual apropiada, educación cuyo objetivo es fomentar ese espíritu de investigación libre, que es el único que puede romper los estereotipos raciales inculcando a la vez en los corazones y mentes humanas el principio fundamental — y la verdad — de la unidad orgánica de la humanidad. Esta educación espiritual debe iniciarse desde los más tempranos años de la formación de la personalidad del niño, antes de iniciarse la enseñanza formal; además, el desarrollo de una conciencia espiritual debe estimularse fuera de la sala de clases, en la familia, en el hogar y en la comunidad. Un programa modelo sobre la unidad de la humanidad La Comunidad Internacional Bahá’í considera que constituiría un primer paso importante para el establecimiento de la educación espiritual universal la elaboración y aplicación en todos los países de un programa de estudios universal, aunque adaptable en lo cultural, acerca de la unidad orgánica de la humanidad. Dicho programa de estudios debe inspirarse en un reconocimiento de que el prejuicio racial no se eliminará únicamente estudiando el problema de la discriminación racial; más bien la erradicación del prejuicio racial requiere el desarrollo a una edad temprana de una conciencia de los lazos humanos y espirituales fundamentales que unen a los pueblos de diferentes razas, colores y orígenes étnicos. Lo que hace que un programa de estudios de este tipo sea práctico es que estos lazos no son meramente idealistas, son reales, y en dicho programa de estudios puede recurrirse a los más recientes conocimientos que las ciencias biológicas, sociales, antropológicas, económicas y políticas pueden brindar como testimonio de la realidad de la unidad y la interdependencia humanas. Proponemos concretamente que en tal programa modelo de estudios se incluyan los siguientes temas: la unidad biológica de la raza humana como una especie humana, con diferencias entre las características físicas e intelectuales de las razas que son el resultado de factores evolucionarios, históricos y ambientales, poseyendo todas las razas las mismas características biológicas humanas fundamentales y la misma capacidad intrínseca para los logros intelectuales; las necesidades, deseos y emociones humanas fundamentales compartidos por todos los seres humanos; la búsqueda universal por cada individuo de su identidad propia; la institución universal de la familia como unidad básica de la sociedad; la necesidad universal de pertenecer a una comunidad mayor y participar en su vida y de desarrollar un sentido de identidad cultural; la interdependencia social, económica, cultural y política de todos los pueblos; la necesidad universal que el hombre experimenta de una finalidad espiritual y su búsqueda mediante la religión. En el estudio de cada una de estas esferas pueden examinarse y reconocerse las diferencias culturales como diferentes expresiones y manifestaciones de esas mismas características y necesidades humanas universales. Además de dichos temas básicos podrían incluirse los siguientes: comprensión de la forma en que el prejuicio racial se deriva de la falta de comprensión de los lazos que unen a todos los pueblos; la importancia del contacto con la gente de otras razas como medio de romper con los prejuicios y de percibir los lazos humanos compartidos; las diferentes formas y manifestaciones del prejuicio racial en nuestra vida cotidiana; y las acciones de las Naciones Unidas en el ámbito de los derechos humanos y las normas relativas a los derechos humanos ya establecidas por las Naciones Unidas. La Comunidad Internacional Bahá’í considera que la formulación y aplicación de un programa de estudios acerca de la unidad de la raza humana, orientada hacia las etapas más tempranas del desarrollo de la personalidad del niño, brinda una esperanza realista de eliminación del prejuicio racial y de progresos reales hacia los objetivos del Primer Decenio de la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial, objetivos que deben revivirse y enfrentarse con espíritu fresco y renovada decisión. Sobre la base de sus principios y la experiencia que han acumulado en la promoción práctica de la unidad racial, los bahá’ís están convencidos de que las actitudes humanas pueden cambiar; de que, mediante el reconocimiento de la unidad orgánica de los pueblos de todas las razas y colores, pueden abolirse el prejuicio racial y el mal social consiguiente de la discriminación racial. Expresamos la sincera esperanza de que esta Conferencia comparta ese optimismo y determinación. |
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