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TAGS: BIC statements; Bahai International Community; Disarmament; Peace; Statements; Sustainable development; War (general); Weapons
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Abstract:
El Año Internacional de la Mujer. Nueva York, Nueva York, 24 de agosto-11 de septiembre de 1987
Language: Spanish.

Declaración de la Comunidad Internacional Bahá'í ante la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre la Relación Entre el Desarme y el Desarrollo

by Bahá'í International Community

1987-08/1987-09
original written in English.
El Fundador de la Fe Bahá'í, Bahá'u'lláh, expuso muy claramente la relación entre el desarme y el desarrollo, eso hace más de 100 años, pidiendo con urgencia que las "armas" de la guerra"fueran "convertidas en instrumentos de reconstrucción". Escribiendo a los gobernantes del mundo, dice:

Resolved vuestras diferencias y reducid vuestros armamentos, para que el poso de vuestros gastos sea aliviado y vuestras mentes y corazones se tranquilicen. ...aumentéis vuestros desembolsos cada año, y cargáis el peso de ellos sobre vuestros súbditos. Esto, en verdad, es más de lo que pueden soportar y es una grave injusticia.

Es con este espíritu que la Comunidad Internacional Bahá'í propone las observaciones siguientes sobre la relación entre el desarme y el desarrollo:

El desarme y el desarrollo son interrelacionados. Los fondos utilizados para fabricar armas agotan las economías nacionales y mundial. Estos fondos podrían encontrar mejor uso para mejorar las condiciones de vida de los pueblos del mundo.
La relación económica entre el desarme y el desarrollo representa sólo un aspecto de esta cuestión. También existe una relación espiritual. Los recursos gastados para armas no solamente ahogan los tesoros nacionales; también ahogan las reservas de esperanza y confianza humanas.
Estos dos temas tienen que encararse integrándolos uno a otro. No sólo puede el desarme hacer progresar la causa del desarrollo; también puede el desarrollo hacer progresar la causa del desarme. Desde luego, la clave del avance de ambas causas, el desarme y el desarrollo, radica en el promover un sentido de unidad global. A menos que se obtenga la unidad, la paz y la seguridad quedarán fuera de alcance.
La Comunidad Internacional Bahá'í, que representa más de 4 millones de Bahá'ís en 166 países independientes, ha tenido una larga experiencia en cuanto a trabajo para la unidad mundial y la paz mundial. Desde el siglo diecinueve, los Bahá'ís han hecho llamados por un desarme general y han pedido con urgencia que los líderes del mundo elevaran la seguridad colectiva al nivel de los principios y se guiaran por ellos. La preocupación por el desarrollo social y económico mundial ha sido igualmente un principio fundamental de los Bahá'ís. Actualmente, los Bahá'ís están involucrados en esfuerzos de desarrollo social y económico en más de 90 países.

En octubre de 1985, la Casa Universal de Justicia, el consejo administrativo internacional de la Fe Bahá'í, publicó una declaración sobre las perspectivas de la paz mundial. En ese documento, la relación entre las necesidades sociales y la paz estaba claramente enfatizada:

La excesiva desigualdad entre ricos y pobres, fuente de grandes sufrimientos, mantiene al mundo en estado de constante inestabilidad, virtualmente al borde de la guerra. Pocas sociedades han encarado de forma efectiva esta situación. La solución exige la aplicación conjunta de enfoques espirituales, morales y prácticos. Hay que observar el problema con una mirada nueva, libre de polémicas económicas e ideológicas, lo cual implica consultar con expertos en una amplia gama de disciplines y lograr la participación de las gentes que resultarían directamente afectadas par las decisiones que deben tomarse con urgencia. Es un asunto que está ligado no sólo con la necesidad de eliminar los extremos de riqueza y pobreza, sino también con aquellas realidades espirituales cuya comprensión puede producir una nueva actitud universal. El promover tal actitud es ya, en sí mismo, una parte importante de la solución.*

La decepción, y hasta desesperación, ante los fallos de las iniciativas para el desarme y la insuficiencia de los esfuerzos para el desarrollo se sienten por todos lados. Para reemplazar esto por un sentido de esperanza y de fe por el futuro, tenemos que empezar por hacer una evaluación de la magnitud del cambio requerido para lograr una reflexión y acciones más apropiadas para virtudes y prácticas favoreciendo las cualidades de la vida. La problemática mundial exige una transformación radical en los corazones y las mentes de los hombres. Parece que estamos paralizados en nuestros moldes actuales de percepción, empleando modelos y conceptos antiguos. Modelos de este tipo han existido durante siglos y están arraigados en los conceptos de estados naciones, soberanía nacional, conflicto y combate, ganar y perder.

El lema de un nuevo enfoque debe ser la unidad. Sólo el promover la conciencia de que "la tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos"es capaz de neutralizar la desesperación y la ansiedad que nos afligen. Ofrecemos las ideas que siguen como parte de un "curriculum de la esperanza", parte de una receta para levantar el espíritu humano con respecto a los problemas de desarme y desarrollo.

La crisis como oportunidad y desafío. Presenciamos alrededor nuestro un proceso doble en aceleración a la vez de desintegración e integración. Hay un fracaso de ideales agotados e inapropiados, de instituciones e ideas arcaicas, de costumbres y creencias vacías, mientras que al mismo tiempo brotan ideas nuevas, descubrimientos científicos, una comprensión más profunda del comportamiento humano, innovaciones en el manejo de los asuntos humanos. Estas perturbaciones y crisis podrían dar a luz a una nueva esperanza y promesa y deben ser consideradas como oportunidades para mayores medidas de esfuerzo humano creativo. Los verdaderos enemigos no son otros estados naciones, sino la ignorancia, el prejuicio, la codicia, la pobreza y la enfermedad. Estos adversarios son mucho más dignos de nuestros recursos humanos y naturales.

La humanidad está madurando. El tumulto, las rupturas y la conmoción de estos últimos años son característicos de una etapa de inmadurez del crecimiento. En términos de desarrollo global tenemos que considerarnos como especie en evolución hacia una edad nueva, preparándonos para tareas mayores, asumiendo una lealtad más amplia, adoptando una meta y una dirección más universales, y cultivando la colaboración y la cooperación. Si dejamos de tener un comportamiento destructivo, violento -- comportamiento basado exclusivamente en el propio interés de uno -- nos liberamos para construir una civilización nueva con el genio de una cultura global.

Establecer el contacto entre los seres humanos. Como lo expresa la imagen del Club de Roma, necesitamos construir un puente sobre el barranco humano que hay entre nuestros logros materiales, científicos y tecnológicos por un lado, y nuestras pautas éticas y morales, nuestra madurez espiritual y nuestro sentido colectivo de la meta global por el otro lado. Precisamos aprender cómo nutrir y comprometer nuestro recurso menos utilizado, que se encuentra en todos lados y que se renueva -- es decir el espíritu humano en su integridad. La naturaleza compleja de los problemas y desafíos del mundo encontrará una respuesta sólo con toda la habilidad y toda la voluntad humana. Con estos recursos podemos construir una civilización mundial que promoverá el desarrollo libre y completo del individuo.

La unidad de la raza humana. Se está manifestando un creciente aprecio de que la gente, en el mundo entero, comparta las mismas aspiraciones, esperanzas y anhelos esenciales basados en su naturaleza común, la de ser humano. Estos valores, de los cuales algunos están formulados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, pueden inspirar nuestros actos y fortalecer nuestro sentido de unidad. La unidad de la raza humana debe ser entendida, promovida y enfatizada de tal manera que nuestra interdependencia sea considerada como un primer paso necesario en el cumplimiento de las metas gemelas que son el desarme y el desarrollo.

Visión del futuro. Para ayudarnos a emerger de nuestro sentimiento de desesperación y nuestra sensación de lo irremediable, necesitamos una visión, una imagen del futuro que pueda reanimar nuestras energías y levantar nuestro espíritu de dedicación y de sacrificio. Afortunadamente, tenemos la tecnología, las capacidades y los recursos para crear el mundo de nuevo. Podemos explorar las opciones, y podemos compartir nuestra visión, nuestras esperanzas y nuestros proyectos para el porvenir. Bahá'ís en el mundo entero están trabajando hacia esta visión de un futuro posible:

Una comunidad mundial en la que todas las barreras económicas habrán quedado totalmente derribadas y en la que se reconocerá definitivamente la interdependencia del capital y el trabajo; en la que el clamor del fanatismo y del conflicto religioso habrá sido acallado para siempre; en la que estará definitivamente extinguida la llama de la animosidad racial; en la que un código único de leyes internacionales -- producto de juicioso análisis de los representantes federados del mundo -- será sancionado por la intervención instantánea y coercitiva de las fuerzas combinadas de unidades federadas; y, finalmente, una comunidad mundial en la que el furor de un nacionalismo caprichoso y militante será cambiado por una perdurable conciencia de una ciudadanía mundial; así es como se presenta, a grandes rasgos, el Orden anunciado por Bahá'u'lláh, un Orden que habrá de ser considerado como el más hermoso fruto de una época que madura lentamente.*

* Escritos Bahá'ís
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